lunes, octubre 18

noche V

Viajeros astrales. Tan insignificantes, tan poco. Materialmente somos un puntito o casi nada o nada. Pero sin dudas somos el universo que llevamos dentro. "Me enamore de ella cuando la vi durmiendo y roncando", dijo Lucas. Ella aclaro que fue después de confesarle su amor totalmente borracha. Están conectados y te invitan a descubrir su mundo. Se abren juntos a que cualquiera los pueda entender o no. Mágicos seres que deambulan sin rumbo en esto que llamamos ciudad (o babilonia). "La merca es la droga del sistema". Las verdades caen por su propio peso, siempre.
Sentir que el hombre es la amenaza. No poder entender en que momento el hombre blanco occidental se creyó dueño del planeta. Sentimos en lo mas profundo de nuestra ser un odio inexplicable. Pisotearon culturas. Nos sometieron siempre. Quisieron que acá sea otra allá.
La noche seguía escupiendo verdades. Esas verdades que se presentan desnudas frente a nuestros ojos. Íbamos y veníamos por la historia tratando de comprenderla. También nos quedábamos maravillados mirando las estrellas, mirando mas allá. Tratando de que tanta inmensidad e infinitud quepa en nuestras cabezas.
"Pensa que la institución mas hija de puta esta allá". Y ahí empezamos a hablar del Vaticano, de sus papas, de los curas, de la forma maldita que tienen de ser esos que viven bajo la bandera amarilla y blanca. Tan retrogradas son que se privan de una de las cosas mas alucinantes, la piel.
La piel por el simple hecho de placer. "Cuando era chiquita le pregunte a mi tía que era "eso" que teníamos las nenas "ahí" y me dijo que "eso" que tengo "ahí" cuando sea grande me va a dar mucho mucho placer". La libre sexualidad, el disfrutar de los cuerpos sin temor, sin vergüenza.
El Dios de los cristianos es el único que no hace el amor, algo así escribió Galeano en alguno de sus textos. Prohíben y tildan de pecado el sexo que es únicamente por amor al arte. Por entregarse. Por dejarse llevar a ese extremo. Explotar de sensaciones, de pasión. No reprimirse nada.
Reprimir, que palabra. Una que nos condeno a que pase lo que paso y que seamos lo que somos. Si en vez de reprimir se hubiese puesto de moda tolerar? o respetar? Reprime el que tiene miedo. El que no puede aceptar lo diferente, lo distinto. El que no puede aprender de otras culturas. O el que no puede ver mas allá de esa puta manera de ver la vida que tiene el ser humano: la acumulación de riquezas, la propiedad privada, la individualidad. Pero vamos! De verdad digo mas reprimidos son ellos que no se animan, que no se liberan. Que no pueden entender que por mas que nos aplasten, nos callen, nos golpeen, nos encierren, nos excluyan, nos desaparezcan; estamos. Estamos en el aire. Somos viento. Ese que te acaricia y te impulsa hacia adelante. Nunca para atrás, nunca para abajo. Nunca para aplastarte. Siempre para impulsarte, para invitarte a ser mas que un cuerpo. El que te invita a ser mente, que después sera viento, que después impulsara a otros. Ser viento. Ser ideas. No ser cuerpo.
La noche termino con la cabeza abierta. Partida en dos. Caminamos como media hora para conseguir un taxi. El sol ya estaba saliendo y la ciudad poniéndose en marcha. Y nosotros nos íbamos a dormir con un puñado de palabras entre las manos. Bien agarradas para que no se escapen, bien apretadas para meterlas dentro. Para guardarlas en la caja de palabras que todos tenemos por ahí.