lunes, marzo 15

Me dejo llevar...

Te veo, te veo a unos metros de mi. Te examino, tu cigarrillo se consume, pasaron unos minutos desde que le diste la ultima pitada. Estas hablando, moves la manos como todo tano (eso te escuche decir alguna vez), tus gestos, cada uno de ellos me invaden. Me gusta tu media sonrisa, el blanco de tus dientes, tu nariz. Se que me gusta el perfume que llevas por mas que no lo pueda oler, se que en la parte inferior de tu espalda tenes una cicatriz. Mirame si te gusto. Mirame si te gusto a la una, mirame si te gusto a las dos, a las tres. Mirame! No lo haces, ni siquiera me haces creer que lo vas a hacer. ¿Por qué no te animas? ¿Por qué no miras mis ojos y no sólo mis tetas? ¿Qué te habrán dicho de mi? Veni, mirame. Observa detrás de mis ojos. A través de ellos, penetra. Ese es el lugar donde soy, donde estoy. Detrás de mis ojos. Seguís hablando. Sos lindo. Lindo de lo que es lindo para mi. Sos inteligente, me dejas sin palabras, sin puntos, sin comas, sin nada. Mirame. No aguanto esta idea de no conocernos porque no te animas a mirarme. Hacelo, acá no hay nada de lo que queres, no perdes nada con mirar. Acá hay locuras, besos, hay excesos. Hay amor.