De golpe respondimos al unísono. Tu voz y la
mía se entendieron. Nuestras palabras no chocaron sino que siguieron su rumbo
entrelazándose,
uniéndose, siendo cocidas por un hilo invisible pero resistente.
Parecía que alguien o algo las
unía. Fueron dos las frases que dijimos al mismo tiempo. Un puñado de palabras que se unieron y siguieron juntas. Me endulzo tu voz. Hicimos
música, nuestras voces la fabricaron. Note que notaste lo mismo que yo. Y en ese momento todo mi cuerpo se dio cuenta que me gustas...