sábado, febrero 28

Encuentros

Nos juntamos. Empieza la noche, que ya no termina temprano. Estamos ansiosos y no dejan de circular botellas y cigarrillos, música fuerte y abrazos. Esa noche se vuelve nuestro cielo/infierno esperado, deseado, soñado. Las risas no tardan en llegar, como cantos esperanzadores para trasladarnos a donde nos gusta estar. Nos trasladan y nos conectan también. Estamos conectados, nuestras energías se complementan. Nos entedemos con simples miradas y con pocas palabras. Somos jóvenes por eso no nos importa nada en este momento, en esta noche. No queremos que vuelquen sus esperanzas en nosotros hoy, en este momento. Quizás mañana si pero hoy no.
Por eso corren botellas, por eso flota el humo dulce y por eso nos sumergimos en mares de irrealidad. Esos que nos vuelven locos e incomprensibles para los ojos ajenos pero felices para nosotros. Y eso es lo único que nos importa esta noche. Nuestra felicidad, nuestras risas. Nuestro encuentro. ¿Qué tiene de malo querer alejar la cabeza de los problemas un rato? La alejamos y la abrimos a nuevos horizontes y vemos mas allá de lo que vemos a diario.
Nuestro encuentro termina. Termina bien, termina mal, depende de cada uno. Se acaba ese rato donde somos lo que queremos, donde no hay reglas (solo las que inventamos). Ese encuentro en donde no nos interesa mas que amar, sentir y reír como si nunca lo hiciéramos o quizás, hacerlo mas que nunca. Se acaba. Termina. Fulmina. Pero no enloquecemos. Nos tranquilizamos, nos llenamos de aire y volvemos. Volvemos a la rutina, a los estudios, a las responsabilidades. Sabiendo que en unos cuantisimos segundos vamos a estar otra vez sumergidos en esos mares de irrealidad. Que los otros no entienden pero nosotros si.


Ahí se ven.

VUDU