lunes, septiembre 7

Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia n° 5

Te estaba esperando. Te esperaba, te esperaba. Para lo que iba del día ya me había bañado dos veces, me había depilado a la perfección, me había puesto perfume, el conjuntito casual (para que nada pareciera tan perfectamente pensado). Había comprado un chocolate, bombones también. Y te espere, te espere...
No apareciste ni hecho mensaje de texto. No desesperé, llamé a alguna de mis solteras y divertidas amigas, me puse mis botas y salí. Y me divertí y me emborraché. Y besé a alguno de los que ya había besado alguna vez en mi vida. Reí, cante, baile. Llegue a casa y me comí los chocolates y los bombones. Todos, toditos.
No estaba pensando en vos. Estaba otra vez hablando con aquel al que deje por vos alguna vez. Ese que es bueno en todo (hasta en la cama) pero que me parece tan horrorosamente perfecto que no me gusta salir con él. Pero un clavo saca a otro clavo y un poco de amor nunca viene mal. Y este avisa cuando no va a venir, cuando va a venir, cuando esta. Es atento, es caballero...
Y te vi. Te vi desde el asiento de acompañante del auto de este otro. Se me paro el mundo, el corazón, la respiración. Y me sonó el celular. Vos. Pucha che que sos hijo de puta, pensé. Me dijiste cuatro o cinco frases que hicieron que yo me baje del auto y diga alguna piadosa mentira para matarme a besos con vos a la vuelta de donde estaba.
Nos matamos a besos. Nos devoramos enteros, del pelo al pie. Besos, besos, besos, abrazos. Energía entre los dos. Conectados e idos de la realidad un rato. Y nos reímos. Nos miramos y no pudimos parar de reír. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué motivo no podíamos parar de besarnos?
Ese día termine con vos. Y me desperté y seguías vos ahí. No me había depilado a la perfección, ni había pensado en ponerme un conjuntito, ni me había bañado dos veces. Sin embargo así todo tan casual como paso me hizo quererte. Quererte y que me quieras.
Siempre me gusto de vos tu manera de hablar, de decir las cosas. Salimos un tiempo. Muy a nuestra manera. La de no me importa mucho que no me avises que no venís, me gustas cuando me llamas y me decís que queres un beso. Y que un beso mio te hace bien aunque tengas muchos mambos en tu cabeza. Que mirarme a los ojos te lleva a otro lugar. Y que vaya y que deje en tus sabanas mi perfume. Así te acordas de mi y sonreís.
Somos fóbicos al compromiso, al entregarnos 100% a alguien o algo. Pero se que me queres, sabes que te quiero. Y que aunque no te llame hace meses, me acuerdo de vos cada vez que tengo esa terrible necesidad de besar. De besar y seguir besando. Porque al final de cuentas, es lo único que importa.